viernes, 29 de enero de 2010

GOBERNAR Y NO MANDAR


En la pasad a navidad me hice el regalo de la lectura de la magnífica novela “El pasajero de T ruman”, del muy talentoso escritor Francisco Suniaga. La historia sobre el auge y brutal caída del Dr. Diógenes Escalante al final del mandato del presidente Medina, me atrapó. Está lleno de elementos que explican la forma de actuar en la política venezolana. Pero hubo un pasaje en particular que me hizo reflexionar, en el mismo uno de los personajes principales, refiriéndose al Palacio de Miraflores, comenta que esta es la sede perfecta para aquellos que nunca han distinguido entre mandar y gobernar

¿Será ese el problema de Venezuela?, que nuestros presidentes se han dedicado a mandar y no a gobernar. El Dr. Elio Pepe plantea que “en el estado de perenne crisis que caracteriza la evolución democrática de los pueblos, así como los períodos oscuros de sus historia, la tarea de los políticos se distingue entre los que tienen vocación de servicio, proposiciones realistas y capacidades administrativas y de los que al contrario, quieren perdurar en el ejercicio del poder por ambición personal o por la afirmación de proyectos anacrónicos y utópicos” ¿de que tipo habrán sido los que nos gobernaron?

Aunque hemos tenido algo de ambos la gran figura prominente de la historia venezolana ha sido el caudillo. Hasta el momento ningún presidente venezolano ha llegado con la suficiente experiencia democrática. Desde Bolívar hasta Gómez, casi todos nuestros máximos dirigentes se formaron como líderes militares. Betancourt y Leoni, tuvieron que sostener un partido en la clandestinidad y Caldera fue el fundador de su partido. El actual como todo sabemos proviene del ejército. Como se ve a lo largo de la historia nuestros presidentes han tenido que desarrollar un liderazgo basado en una supremacía que les daba el derecho de conducir al país. Recordemos la famosa frase de Villalba “yo y mi partido, mi partido y yo” o la actuación del Dr. Caldera de abandonar a su partido cuando perdió su apoyo

Como consecuencia de vivir tantos años bajo la sombra de caudillos militares y civiles el pueblo venezolano se acostumbró a obedecer el mandato de sus dirigentes, sin realizar un cuestionamiento activo de las acciones del gobierno. Esta obediencia es mostrada con suma crudeza en la expresión del “dedo del comandante” o en la afirmación de un diputado oficialista de que ellos están es para satisfacer los deseos de su líder.

El caudillo apela al simbolismo nacionalista construyendo importantes obras que aunque tienen cierta utilidad pública, su propósito es preservar su nombre en la historia patria. El caso más indicativo es el de Pérez Jiménez, a quien después de 50 años de su caída, se le recuerda como el gran constructor de Venezuela a pesar del hecho que en los primeros cuatro años de la democracia ya se había utilizado más cemento que en todo el periodo dictatorial.

El caudillo es un gran manipulador de la voluntad popular, dice estar trabajando para su pueblo pero al final todo el esfuerzo es para resaltar su nombre. Guzmán Blanco quiso traer su amado París a Caracas, Gómez con sus carreteras benefició la comunicación entre sus haciendas y con el telégrafo solidificó su sistema de espionaje.

En el día de hoy parece haber indicios de que este modelo se agotó, cada vez se observa una mayor cantidad de ciudadanos participando en la conducción del destino de su comunidad. Está creciendo la exigencia a los líderes políticos, de que tomen en cuenta las necesidades de sus electores, se les pide que gobiernen. El Diccionario de la Real Academia Española de La Lengua define la palabra gobernar como: Guiar o dirigir; Sustentar o alimentar; componer o arreglar. Los nuevos dirigentes políticos exitosos son hombres y mujeres que han abandonado las comodidades de un cargo para dedicarse a trabajar con su pueblo.

Venezuela esta cambiando, parece que en un futuro el que quiera dirigir el destino del país tendrá que aprender a gobernar y olvidarse de simplemente mandar.

lunes, 25 de enero de 2010

LAS DOS VENEZUELAS

Este fin de semana pasado fuimos testigos del accionar de dos Venezuelas antagónicas, que muestran lo bueno y lo malo de nuestra actual realidad.

En primer lugar presenciamos el inicio del Play off de nuestra pelota entre los eternos rivales Caracas - Magallanes, los dos equipos más populares del deporte más arraigado en el sentir del venezolano. Lo tres juegos celebrados, dos en la ciudad de valencia y uno en la capital mostraron lo mejor de nuestra forma de ser: alegría, sana rivalidad, compañerismo, ilusión. Tanto los seguidores de los Navegantes del Magallanes como los de los Leones de Caracas, son defensores incansables de sus colores, pero los encanta ver el juego al lado de un familiar o amigo fanático del equipo contrario. Este año se ha observado una nueva modalidad y es que en las gradas y tribuna los colores se ven entremezclados, fanáticos de ambos equipos se sientan juntos desapareciendo aquella sectorización en la que los seguidores del equipo local se sentaba en un lado de estadium y los del equipo visitante en el otro. Una sana rivalidad acompañada de la bebida oficial, la helada cerveza, es una de la experiencia más estimulantes que tenemos.

En contraste, el sábado la ciudad de Caracas fue paralizada por dos ríos humanos que se odian entre sí, grupos identificados con dos tendencias políticas que parecen ser irreconciliables, cargadas de de rencor y con acusaciones mutuas de responsabilidad sobre los males actuales del país.

¿Cuál de las dos Venezuelas es la real: la alegre y dicharachera o la rencorosa en busca de venganza en una lucha de clases inventada, donde se vilipendian a grupos sociales que nunca han existido en el país, por lo menos no en la forma tradicional, con la finalidad de responsabilizar a otros de nuestros errores.

En lo personal espero que la sensatez prevalezca y la Venezuela que construyamos sea cimentada por el espíritu de un juego Caracas - Magallanes. Lo otro no somos nosotros y esto debe suceder antes de que el país se nos escape de las manos. La confrontación irracional nos esta haciendo olvidar lo principal: luchar por la mejora general del bienestar del venezolano.

La delincuencia, el alto costo de la vida y la crisis de agua y electricidad requieren de todo nuestro esfuerzo y que actuemos como un país unido. Aunque para algunos la palabra pacto causa resquemor, sin uno que involucre el acuerdo de todas las fuerzas vivas del país no habrá solución posible para estos graves problemas.

TVS

Fue a principios del año 2008 cuando me vi inmerso en la organización de un evento académico en la ciudad de Maracay. La emisora de televisión TVS fue una de las primeras que me abrió sus puertas y puso a mi disposición sus cámaras para promocionar el evento. Meses más tarde inicié mi colaboración regular con su empresa de comunicación hermana, El Aragüeño.

En estos momentos tan difíciles e injustos por los cuales están pasando, quiero brindar mi apoyo al grupo de trabajadores que son la vida y el alma de TVS.