sábado, 28 de abril de 2012

EL PRIMER GUARAMATO EN LAS GRANDES LIGAS




Dedicado a mi Hno. Pedro Rosas Alvarado

Siguiendo una nueva costumbre, la de publicar un recuerdo al inicio de la temporada del beisbol nacional o el de grandes ligas. He querido (con cierto atraso) relatar la historia del primer Guaramato en las Grandes Ligas.

Hace ya muchos años, al inicio del mes de abril del año 1997 en Washington D.C. Estaba tomando un curso sobre “Programación Financiera” en el Instituto del Fondo Monetario Internacional.  Era la última semana, ya estábamos en primavera y por mucho que lo intenté, no pude asistir a ningún juego de la NBA. Todos los juegos eran en horario nocturno y quedaba muy lejos (posteriormente fue inaugurado el nuevo gimnasio en la ciudad, cerca del barrio chino y con una estación del metro).

Cuando ya estaba resignado que la situación se repitiera con el beisbol, ya que apenas la temporada había dado sus inicios, el parque más cercano era el Oriole Park y solo faltaban dos días para regresar a mi adorado país. Ese jueves en la mañana mientras me dirigía a clases, el otro venezolano que participaba en el curso, me pego un grito desde la acera de enfrente: “GUARAMATO, QUIERES IR AL JUEGO DE HOY” ¡CLARO! Le respondí con otro grito.

 El asunto es que en un centro comercial que se encontraba detrás del FMI, funcionaba un puesto de reventa de boletos de todo tipo (jugos, teatro, conciertos, etc.). Mi amigo compró 2 boletos a US$ 35 c/u. Como el juego comenzaba a las 7:45 pm (sean consendientes con la exactitud de los datos, ya ha pasado algún tiempo y estoy desafiando abiertamente mi memoria)  una vez terminada la última jornada estudiantil, nos dirigimos al terminal de autobuses, no me recuerdo el nombre de la línea pero es la que hemos visto en innumerables películas (la que tiene la silueta de un galgo) y que estaba ubicado en  la calle 1 cercano a la Estación Central.

El viaje hasta Baltimore duró una hora. De un viaje anterior conocía el estadio por su parte externa, pero no estaba preparado para la belleza que iba a visitar, una mezcla de modernidad mezclado con la nostalgia del beisbol antiguo.

La primera sorpresa resultó que como llovió el día anterior, cuando estaba previsto el juego inaugural y el mismo fue suspendido, por lo que en términos reales asistí al primer juego de la temporada de 1997.

Como indique anteriormente el Oriole Park es muy hermoso. Logramos ubicar fácilmente la entrada. La segunda sorpresa fue la ubicación de los asientos, como a 10 filas de la tercera base, cómodamente sentado y con  una  vista inmejorable para ver el juego. Orioles Vs Kansas City.

Otra sorpresa, fue cuando ya en pleno juego, volteo a ver una pizarra y leo la asistencia de 45.000 personas ¿en qué momento entraron? Si solo tardamos 5 minutos en entrar y como 8 en salir? Ya que me referí a la pizarra, en realidad debería decir, el conjunto de pizarras que suministran toda la información requerida. La reina es la central, donde una gran pantalla daba en repetición de todas las jugadas, uniendo de esta forma la comodidad de ver el juego por TV, con la emoción y alegría del estadio. Otra más pequeña nos indicaba el tipo lanzamiento realizado por el pitcher y su velocidad. Otra nos daba las condiciones ambientales, es decir, estábamos totalmente informados.

Si me preguntan ¿qué fue lo mejor de esa noche? Les diría que ver a jugar a Carl Ripken Jr. Sólo comparable a el día que vi jugar a Clemente en el estadio universitario. ¿lo peor? el perro caliente que me comí, por 4 dólares, me dieron un pan con una salchicha, en una bolsa plateada, las salsa estaban en una mesa, si, las de sobre (nunca como los de Vzla.) y no se imaginan lo terrible que es explicarle el juego a un uruguayo, como tuve que hacerlo al días siguiente. Pero en términos generales, fue una gran noche. Lo fundamental y más importante, como me lo comentó posteriormente un amigo mío, es que ¡POR FIN LLEGO UN GUARAMATO A LAS GRANDES LIGAS!