En el año 1973, cuando tenían 12 años, se presentó la oportunidad de que jugara formalmente.
Los juegos se realizaban en el estadio de la Planicie , frente al museo
militar, en la cañada y en el polideportivo de Coche. El uniforme estaba
confeccionado en lanilla amarilla, con letras, gorra y medias azul celeste. Me
quedaba grande pero yo lo lucía con orgullo, sin embargo, no puedo negar .que sentía algo de envidia ver los uniformes del
equipo Hipódromo y del Ministerio de Fomento, muy modernos, tipo mono.
Un día, al terminar mi juego me fui al
universitario, donde jugaba el Vigilantes, equipo AA donde jugaba mi papa. No
me quite el uniforme porque mi intención era ser el Batboy (recogebate) ese
día. Apenas pisé el terreno se armo la
guachafita. “Llegó el pelotero fenómeno” anunció uno de los jugadores, en clara
alusión a una película mejicana protagonizada por “Resortes”, famoso comediante de la época, en la cual
interpretaba a un lanzador, cuya destreza provenía de un pelotero ya fallecido
que se posesionaba de su cuerpo y que el uniforme, al igual que el mío, le
quedaba grande. La risa y la burla duraron todo el juego. No me acuerdo si
ganaron ese día, pero de que la pasaron bien, no hay lugar a dudas.
Regresando a mi carrera peloteril en el primer
juego que participé fue desastroso, me pusieron a batear como emergente en el
séptimo inning (el último) y me ponché abanicando tres veces consecutivas al
aire. Gracias a Dios pude superar este percance y a medida que avanzaba el
campeonato me pude consolidar como el mejor bateador del equipo. Me recuerdo de
un doble juego en el estadio de Pinto Salinas, cercano a la Hermandad Gallega ,
conecté de ocho, ocho. Mi primo Luis Augusto Izquierdo puede dar fe de este acontecimiento.
Durante toda la temporada jugué la primera
base, aunque ya en los últimos juegos me utilizaron como lanzador, en una de esas
ocasiones lancé en forma perfecta en un relevo de cinco entradas. En ese primer
año, la escuela pudo clasificar por encima de equipos más poderosos, nos
ganamos el respeto de todos. Da la casualidad que mi último turno en infantil
fue de bateador emergente en la última entrada. A diferencia del primero, esta
vez conecte un batazo contra la pared para empatar el juego.
El siguiente año, ya en la categoría “junior”
solo participé en un juego realizado en estadio de la Cañada en la parroquia 23
de enero contra un equipo formado por pregoneros. Perdimos, pero en lo personal
me fue bien al bate, de 5 4, incluyendo un
doble. Esa fue mi última actuación como pelotero, problemas visuales y
el hecho de que no practicaba me convencieron de cambiar de deporte.
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