miércoles, 21 de octubre de 2009

LA EFICIENCIA EN LAS EMPRESAS PUBLICAS


Los problemas que están ocurriendo con el servicio de electricidad en distintas zonas del territorio venezolano, la compra forzosa del hotel Margarita Hilton y en general la política del gobierno de una mayor participación del sector público en la producción de bienes y servicios mantiene en vigencia la polémica entre empresas públicas y empresas privadas y la interrogante ¿quién de las dos es más eficiente?.

Joseph Stiglitz en su libro “La economía del sector público” (Antoni Bosch Editor) señala al respecto: “Aunque sólo existen pruebas dispersas de que las burocracias estatales son menos eficientes que las empresas privadas, en general la creencia de que eso es así. Los casos de incompetencia pública saltan más a la vista, mientras que los privada no atraen la misma atención”.

El punto como lo he señalado en reiteradas ocasiones es que las empresas públicas tienen mayores incentivos para no ser eficientes, los cuales son:

a) La quiebra: las empresas privadas cuando tienen un mal desempeño, quiebran y desaparecen, en cambio, las empresas públicas por muy mal que lo hagan no quiebran. Este hecho permite el funcionamiento con continuos déficits, tarifas no adecuadas, nóminas muy grandes, etc. En definitiva la certeza de que no se puede quebrar es un incentivo para descuidar la estructura de costos. Ejemplo de lo anterior es el caso de la comercialización interna de la gasolina donde el precio de venta no alcanza a cubrir los costos de producción. Al precio que se vende la gasolina, prácticamente es un obsequio en Venezuela.

b) La competencia: lo normal es que las empresas públicas sean monopolios, al no tener competencia eliminan un factor importante, la opinión del consumidor. En un mercado competitivo existe la posibilidad de elegir y de esta manera se le informa a las empresas la opinión que se tiene del producto. Cuando hay una sola marca ¿como se manifiesta la opinión que se tiene sobre él? en estos momentos ¿como el consumidor venezolano puede expresar su descontento sobre el servicio eléctrico? no puede, no hay forma de que contrate los servicios de otra compañía. Ante la inexistencia de la opinión del cliente, las decisiones sobre el producto dependen únicamente de la opinión de la burocracia.

c) Restricciones en la estructura salarial: es normal que los sueldos de los presidentes y demás directivos de las empresas del Estado estén sujetos al escrutinio de la opinión pública, lo que conlleva a que generalmente a que estos sean menores a los que percibirían en el sector privado. Esta situación es un incentivo para que las personas mejor preparadas y más eficientes prefieran trabajar en una empresa privada.

d) La estabilidad laboral: generalmente la posibilidad de que un trabajador de una empresa pública sea despedido, es prácticamente cero, lo que es un estímulo parque este no ponga mucho interés en la calidad de su trabajo.

e) La militancia partidista: a lo largo de la historia venezolana hemos visto que el hacer carrera en una empresa o institución del Estado depende más de su fidelidad al partido gobernante que de su capacidad.

Cuando no hay incentivos para que un funcionario público sea eficiente, este dedica sus esfuerzos a maximizar su beneficio personal, por lo cual están más pendiente de: su sueldo, las prerrogativas de su cargo (vehículos, escolta, influencia, etc.), la reputación ante la opinión pública, el padrinazgo y lamentablemente en muchos casos de adquirir una riqueza fácil.

Entonces la cuestión no es quien es más eficiente, sino quien tiene los mayores incentivos para no serlo. Por tal motivo siempre he opinado que el Estado debe limitar su acción a las actividades que le son propias y no estar creando empresas públicas sin ninguna necesidad. Como muy bien lo expresan los jóvenes economistas argentinos Gustavo Lazzari y Marín Simonetta en su libro “Economía K” (Fundación Atlas1853): “lo mejor (y casi lo único) que puede hacer el gobierno es dar un horizonte de previsibilidad, mercados abiertos (incluye una fortísima desregulación laboral), un celoso respeto a la propiedad privada, reglas claras y transparentes y una disminución real de la voracidad fiscal. […] El gobierno debería comprender que el único aliado que tiene para encarar el crecimiento sostenido es el sector privado”. Al final el que gana es el consumidor.

Publicado en El Aragüeño el 21/10/09



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