lunes, 28 de diciembre de 2009

EL DR. RAFAEL CALDERA


El despertar del 24 de diciembre nos trajo la triste noticia del fallecimiento del Dr. Rafael Caldera, uno de los grandes políticos que ha tenido el país. En momentos en que se quiere cambiar la historia patria en conveniencia de intereses particulares hay que ubicar en justo sitio el papel jugado por el Dr. Caldera en la construcción de la Venezuela contemporánea.

El representó al político que se preparó, que se educó para gobernar, fue uno de los máximos representantes de ese grupo de venezolanos que estaban consientes que para sacar al país del atraso tenían que primero educarse ellos, como lo está demostrando el lamentable espectáculo que están dando los políticos de oficio que ni siquiera leen los proyectos de ley que pasan por sus manos para su aprobación.

Una de las expresiones, sino la principal, que escuché para descalificarlo “es que es rico de cuna”, como si poseer un determinado patrimonio es malo y ser pobre es lo bueno. En lo personal yo admiro a esas personas que pudiendo optar a una carrera lucrativa y menos conflictiva en el sector privado, deciden dedicarse al servicio público. Críticas como esta son las que afianzan la conducta empobrecedora del venezolano. Ser pobre es una cuestión de mentalidad no de recursos.

Todos cometemos errores y por supuesto el Dr. Caldera los debe de haber cometido ya que solamente el que toma acciones, el que asume riesgos es el que se equivoca pero la totalidad de su vida es la vara con la cual se debe medir. Se ha criticado hasta el cansancio y se quiere simplificar la causa de nuestros problemas con el pacto celebrado por los principales partidos políticos de la época y firmado en la quinta Punto Fijo, de la cual era propietario Rafael Caldera. Pero, la mezquindad política no reconoce que ese acto frenó las experiencias autoritarias, que pareciera que algunos quieren revivir. Tampoco quieren reconocer que la violencia socialista marxista que quiso inundar a Latinoamérica en los 60´s choco con un muro de contención en Venezuela, y el proceso de pacificación permitió una democracia, imperfecta por su puesto, pero que era respetada y admirada en el resto del mundo.

Ha muerto uno de los grandes, uno de los que dedicaron su vida a construir una Venezuela mejor. Solo el tiempo como es lo usual, lo ubicará en su justo lugar en la historia patria.

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