domingo, 7 de marzo de 2010

CHILE

En una fría madrugada, clima desconocido donde el invierno moribundo le cede su lugar a la primavera como dos amantes fusionados en el que ninguno ha logrado el dominio. Inicié mi estadía de un mes en Santiago de Chile para asistir a un curso en el Instituto latinoamericano y del Caribe de Planificación Económica y Social (ILPES).

Todo comenzó con el frío que me helo los huesos a la salida del aeropuerto y el buscar una dirección: Manquehue con Luis Pasteur donde me esperaba la Sra. Teresa con quién por vía telefónica había convenido mi hospedaje. El recibimiento y posterior trato que me dio esta gran dama, quien desde ese momento y para siempre es cariñosamente “Meme”, hicieron que mi impresión de Santiago fuera muy especial.

El curso se iniciaba pocas horas más tarde de mi llegada, por lo que tuve que asearme y vestirme rápidamente para dirigirme al edificio sede de la ONU ubicado en la Rotonda de Vitacura. Ya que me es imposible dormir en un avión, mi primer día en Chile fue de un largo insomnio, agravado por el hecho que en esa época el ocaso se presentaba a la irracional (para mi) hora de la 9:00 pm., excusa apropiada para caminar y conocer la ciudad. Tuve la suerte que el día de mi llegada coincidió con la inauguración de la Feria Internacional del Libro de Santiago. Por lo tanto mi primer contacto no académico con la ciudad fue la visita a la estación de Mapocho donde se celebró el evento.

Desde que salí ese primer día de la casa de Meme para cumplir mis obligaciones, comenzó la pugna comparativa entre las dos Santiago: El Cerro de San Cristóbal y el Cerro el Avila; La Plaza de Armas y la Plaza Bolívar; Metro vs Metro; Mapocho y Güaire; Barrio Suecia y Las Mercedes; Palacio de la Moneda y el Palacio de Miraflores, Parque Arauco con El Sambil; Apumanque contra El CCCT; El puerto de Valparaiso y el Puerto de la Guaira; El pueblo de Los Dominicos y el pueblo del Hatillo. Etc.

Hubiera querido conocer más de la ciudad, pero la visita era de estudios y no de placer, pero lo que vi, me agradó: una ciudad ordenada y limpia donde se notaba el beneficio de un proceso de continuo crecimiento económico. Aunque es inevitable mi preferencia por Caracas, no podía negar lo evidente, en Santiago de Chile las cosas funcionan como deben ser, lo cual la hace más humana, con un mejor nivel de vida. Poe ejemplo, un día caminaba por la ciudad y al tratar de cruzar una calle me detuve para cederle el paso a un carro que se aproximaba, pero el vehículo frenó. Tardé un tiempo en comprender que el vehículo me estaba concediendo el paso. ¿Cómo es posible que un carro le ceda el paso a un peatón?, ¡claro, respetando las leyes!.

El recuerdo de este viaje fue despertado por el terrible grito de la tierra y el mar que castigó a Chile en días pasados y que me llenó de preocupación por la situación de los amigos dejados en ese país. Gracias a dios que por lo menos me pude comunicar con Meme. Me comentó que estaba bien, que solamente se produjeron algunos daños materiales en las casas de sus hijos pero que ella y los suyos estaban bien.

Estoy seguro, por lo que viví y presencie en Santiago que el pueblo chileno se va recuperar y saldrá fortalecido de esta tragedia. Sirvan estas pocas líneas como sincero apoyo y sentido homenaje a este pueblo hermano.



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